Apartamento con dos mujeres
Imagen tomada de SEMINCI
El aporte de las mujeres en la cinematografía se hace relevante no sólo por la constante renovación de temas si no también por la mirada con la que nos ayudan a revisitar historias ya contadas desde una mirada masculina. No es difícil ver la insistencia de las mujeres por abordar tópicos como la maternidad, la opresión física y simbólica, las relaciones románticas, las relaciones familiares y el autodescubrimiento. Así surgirían películas como:
- Lady Bird (2017) dirigida por Greta Gerwig y protagonizada por Saoirse Ronan y Laurie Metcalf, en donde se aborda la relación entre una madre y una hija con un lazo poco convencional (o por lo menos, lo convencional que la cultura y la historia nos ha dicho que es una relación madre e hija).
- Cléo de 5 a 7 (1962) dirigida por Agnès Varda, protagonizada por Corinne Marchand, en donde la directora aborda un tema complejo como lo es el existencialismo.
- Tenemos que hablar de Kevin (2011) dirigida por Lynn Ramsay, protagonizada por Tilda Swinton, en la cual se nos muestran las dificultades de una madre tras el encarcelamiento de su hijo después de cometer un crimen.
Hace un par de años, en el mes de septiembre, tuve la oportunidad de ver en la Cineteca Nacional la proyección de la película Apartamento con dos mujeres (2021) de la cineasta Kim Se In. Esta historia hace un retrato de la vida diaria de una madre y su hija, dos mujeres que están sujetas a estar juntas en guerra constante. La narrativa de la historia tomará un giro cuando presenciamos un "accidente".
La propuesta de esta película me recuerda un poco a Lady Bird, ya que nos muestra que la relación con la madre puede ir más allá de la concepción o idealización del "amor materno". Considero que tanto en México como en Corea, debido a la jerarquía con la que funcionan las relaciones sociales y la cultura religiosa-social, se suele pensar en la madre como el símbolo de la ternura y de el amor incondicional, sin embargo, en estas películas se puede observar a la madre como sujeto individual y complejo. En contraste con el discurso de Lady Bird, Kim Se In intenta mostrar el conflicto que mantienen las dos protagonistas como seres individuales encerrados en una caja (un departamento) y las consecuencias de sus propios conflictos internos.
Al finalizar la película, tuve la oportunidad de presenciar un pequeño Q&A que ofreció la cineasta. La pregunta que resonó conmigo fue la siguiente, (debo mencionar que tanto las preguntas y respuestas que coloco a continuación son un vago recuerdo que tengo de estas, ya que no grabé o anoté palabra por palabra): ¿La película está basada en una experiencia personal o de dónde salió la idea para este proyecto? A lo que la cineasta contestó que la historia completa no era una historial real, sin embargo, experimentó un momento difícil con su madre, así que tanto esa experiencia como algunas otras que llegó a escuchar por amigos y conocidos dieron con la propuesta de retratar una situación de madres-hijas que, ella considera, no se habían tratado con anterioridad en trabajos cinematográficos y otras series coreanas.
La pérdida del espacio íntimo
Imagen tomada de FAR EAST FILM FESTIVAL 26
Haciendo una recapitulación de la película nos topamos con elementos que sugieren la pérdida de la individualidad: una pequeña casa y ropa interior compartida. Así comienza la película con una escena de ambas mujeres en el baño en donde la hija Yi Jung está lavando y su madre Su Kyung se encuentra en el retrete a punto de salir de casa. Arrebatando los calzones limpios de las manos de Yi Jung, Su Kyung sale directo a una cita.
La interpretación de Im Ji Ho (Yi Jung) y Yang Mal Bok (Su Kyung) proyectan a la perfección la molestia de ambas, la hostilidad, el desapego emocional y la rabia contenida de ambos personajes, no sólo observamos el conflicto principal del perpetuo encarcelamiento de ambas en un intento de coexistencia si no también el dolor físico y emocional de Yi Jung y la frialdad y el descaro de Su Kyung. La pérdida del espacio íntimo funciona como un reflector de la continua violencia y el maltrato mutuo de las protagonistas.
Más tarde, esta pérdida del espacio lo proyectan ambos personajes en su respectiva vivencia: por un lado, Yi Jun después de encontrar cierto apoyo en una de sus compañeras de trabajo y tras una pelea con su madre, comienza a dormir en el pequeño departamento de So Hee. Si bien, al principio So Hee se muestra empática, con el paso de los días comienza a causar un conflicto en So Hee, ya que, la situación de Yi Jung es un recordatorio de sus propios problemas que intentó dejar atrás, o por lo menos, eso es lo que interpreto de la escena en la que Yi Jung está fuera del departamento de So Hee, esperando por ella para beber cerveza y So Hee le dice algo parecido a: "siempre me regresas al pasado y de lo que intenté escapar cuando salí de casa".
Imagen tomada de FAR EAST FILM FESTIVAL 26
En ambas perspectivas se observa la consecuencia de los comportamientos a los que ambas estaban acostumbradas: Yi Jung busca un refugio y consuelo, que no encontró en su madre, en su compañera de trabajo a costa de los sentimientos de So Hee (cosa que hacía su madre con ella cuando era pequeña) y Su Kyung no sabe cómo reaccionar a conflictos diarios con una hija porque no sabe como actuar como madre, ya que si algo no le parecía a Su Kyung, siempre podía recurrir a la violencia (la carta de Yi Jung es muestra de ello).
Que la película termine con una escena de Yi Jung saliendo definitivamente de su casa y comprando ropa interior para sí misma nos ayuda a observar la recuperación de esa individualidad que Yi Jung había perdido muchos años atrás. Ya que el título original en coreano es Dos mujeres y un calzón, esta escena ayuda retratar con mayor énfasis la recuperación de la individualidad de Yi Jung.
Esta historia esta llena de detalles que vale la pena mencionar y analizar con detenimiento. Ojalá tengamos más oportunidades de ver en salas de cines estas nuevas narrativas que está proponiendo la reciente ola de cinematógrafas que están allá afuera buscando una oportunidad de contar una historia. Ya sea retratar una historia con humor, ironía y crudeza como lo hace Kim Se In o intentar abordar con ternura y compasión una historia como lo hace Céline Sciamma en Petit Mama, lo importante es continuar tomando espacio en los lugares en donde aún hace falta más reconocimiento de las voces femeninas.
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